La Experiencia de la purificación, la voz del interior en el interior de la madre tierra.
La llegada de la luna llena dando la bienvenida a la primavera, cargada de sol, nos convoco, el encuentro con Tlazoltéotl, la madre, regresar al útero, al origen, a la raíz.
La abuelitas piedras cargadas de calor po
r el abuelo fuego, la conjugación con el agua y la voz interior, nos regalaron el encuentro, un baño de sanación, una colectividad de intimidad y agradecimiento.
Entonces comprendí que los guerreros no se rinden, que lo más fuerte de un guerrero es su interior, así me desprendí de aquello que no es para mí, renuncie a mis obsesiones y emociones no correspondidas, me pedí perdón, y me perdone, agradecí el estar vivo.
El calor libero los miedos, las resistencias, los pensamientos negativos, y trajo consigo la tranquilidad, la pureza y la libertad.
El interior fluía en armonía con el latir del corazón y los cantos, el rito libero en mi un grito, para despedir la desesperación, para llamar a la paz, para fluir nuevamente como el agua, para respirar y sentirme vivo.
En el interior el calor libera los aromas de hierbas, que limpian las impurezas emocionales y mentales, Tlazoltéotl dio a luz, renacer.
La noche mostró una luna naranja que corono la entrada al Temazcalli, fue el primer arrullo.
El amanecer nos convoco para recibir la primavera, agradeciendo a la montaña y entregando una ofrenda a la naturaleza y al sol.
Contemplar la inmensidad extendiendo las alas, volando y planeando como águila con el viento.
En el grado cero...
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