El caos. Primero fue la noche, ahora es el día.
El sol y su energía dan los primeros frutos que nacen como destellos, los frutos son la más grande recompensa, a manera de emociones, invaden mi alma, vibra mi ser, al verse reconocido en las experiencias que ha dejado en su andar.
"Hay que hacer que el mundo petrificado hable, cante y, tal vez, dance". Maxine Greene
Escucho está frase y mi emoción hace que la piel de mi cuerpo se erice, es el título de un texto con el que inicie un curso en San Luis Potosí, en este momento me encuentro en la clausura de un ciclo de aprendizaje.
Mi sensibilidad se encuentra en el punto de mayor escala, con esa energía contendida y sin poder desbordar, regreso de SLP.
El pensamiento. Intuición, abducción o corazonada.
La noche invita al ritual de la bohemia, a recorrer las calles de la ciudad y embriagare por tanta emoción, invita a la búsqueda de la completud. La completud algo tan abstracto como los mismos símbolos que la pueden representar, o más aún algo más complejo que el poder de los simbólico.
En la cabeza existe esa idea, completud, y en los recovecos de la noche, se diluyen los símbolos y regresan las emociones, todo es increíble, el alcohol ha hecho su parte y la cabeza sede. El Cuerpo busca encontrar esa completud. Misma que no es nueva, es una alegría postergada.
El paradigma. El reconocimiento de dos
El fuego emana, lo lubrico recorre el ambiente, no es la primera vez pero tiene todo para ser una primera vez, nervio, locura, ganas y contención.
Un buen día las cosas se ponen en su lugar y la interexistencialidad hace presencia. y solo queda una pregunta en el aire ¿y ahora qué sigue?
Las emociones y las ideas son líneas que van y vienen, se cruzan y generan estados de ensoñación.
Ahora hay que reconocer la percepción sensorial, pasando por la imaginación y el entendimiento, para así llegar a la comprensión profunda y poder decir:
"Hay que hacer que el mundo petrificado hable, cante y, tal vez, dance”
Desnudo bajando la escalera.