Después de romper la piñata de águila devorando una serpiente, el escape a la mar fue la opción, la playa siempre es un espasmo de existencia frente a la inmensidad.
Estar frente a la mar en esta ocasión fue menos reflexivo, solo descanso y ocio, despedir el año, en el mismo lugar donde lo inicie, esa fue la aventura.
y en los últimos minutos del año viejo en el ocaso de la inmensidad cerré mis ojos para no convertirme en estatua de sal.
Fue así que libere el miedo mientras liberaba la orina.
dos mil doce, liberar el miedo